LO MEJOR: Viajar en la época que lo hicimos. Los paisajes. Pasar
horas solos en la carretera, sentir que la Tierra está viva. Geyser y
Jökulsárlón.
LO PEOR: No ver el fenómeno de la Aurora Boreal.
LO MÁS DIVERTIDO: Ver ballenas y los perritos calientes en Reykiavick.
A DESTACAR: El idioma, la gente, la tranquilidad, la seguridad. El olor a huevo podrido y pedo en todo el país.
Islandia enamora, atrapa, te asombra, te deja boquiabierto, te hace sentir pequeñito al lado de una belleza natural tan enorme. Islandia te hace sentirte vivo y te da una lección de lo insignificantes que somos al lado de una Naturaleza tan brutal y cautivadora. Islandia es, sin duda, uno de los países que jamás se olvidan y que querrías visitar una y otra vez.
Ayuda para organizar el viaje: Loney Planet, Rumbo, Booking y Easy Terra (Alquiler coche).
Ruta: Madrid- Reykiavik- Pingvellir- Geysir- Gullfoss- Skogar-
Sólheimajökull- Dyrhólaey-Vik- Skaftafell- Jökulsárlón- Höfn- Egilsstadir-
Dettifoss -Krafla Hverir – Myvatn- Skagafjödur- Reykiavik-Madrid.
La mejor época para viajar: Verano. La mejor época para
nosotros: Terminación del invierno: La razón, ver Islandia en su mayor
esplendor.
La idea era darse la vuelta a la isla en 8 días, difícil pero no imposible.
DESPLAZAMIENTO:
Tren Renfe: Madrid-Alicante
Vuelo Icelandair: Alicante-Reykiavik
(Altaria)
Vuelo Icelandair: Reykiavik-Alicante
(Altaria)
Tren Renfe: Alicante-Madrid
Coche Easy Terra (Car Rental): Subaru Forester
HOTELES:
Reykiavik: Hotel Orkin
Vik: Country Hotel Hofdabrekka
Höfn: Höfn Inn Guesthouse
Egilsstadir: Hotel Vinland Guesthouse
Myvan: Hotel Vogafjos-Guesthouse
Skagafjörður: Hotel Varmahlid
Reykiavik:
Bed and Breakfast Keflavík Airport
En esa época la única forma de llegar a Islandia es a través de
Alicante. ¿La razón?. Los islandeses adoran España y el clima Mediterráneo
(normal), por lo que muchos de ellos han comprado casas en Alicante y abrieron
ruta directa en invierno hace unos años, mientras que Iberia sólo opera desde
Madrid en los meses de verano.
Durante la preparación del viaje, tuve que engañar varias veces a mi
marido ya que a cualquier agencia que llamaba para preguntar por alquiler de un
coche, hoteles o vuelos me recomendaban encarecidamente que no viajáramos a
Islandia en esa época ya que todas las carreteras estaban cortadas por la nieve
y resultaba imposible circular por allí.
Yo, en mi afán por visitar sí o sí Islandia y por hacerlo sí o sí en
Semana Santa le mantuve engañado diciéndole que estaba todo ok, las carreteras
en perfecto estado y un tiempo muy bueno. Pobrecito, luego le confesé que no
era así, pero él sabía que era la única forma en la que él iba a decir que sí.
Reservamos vuelo, hoteles y alquilamos un coche allí. Nos salió el
viaje baratísimo (ventajas de estar fuera de temporada). Y llegada la hora….
Nos vamos a la Tierra de Fuego y Hielo.
Día 0. Madrid- Reykiavik
Miércoles 4 de abril de 2012.
A las 5.00 am. ya estábamos en pie, nuestro tren con destino Alicante
salía de la Estación de Atocha a las 7:00 am. Por lo que el madrugón fue
importante.
Desayunamos tranquilamente en casa, duchita, recogimos mochilas y nos
fuimos a Atocha. Nada más llegar, ya subimos al tren. Que cómodo es viajar en
los trenes de Altaria. Son comodísimos y el viaje dura aproximadamente 2h. y 40
minutos que se pasan volando.
Al llegar a la estación y antes de coger un taxi al aeropuerto de
Alicante, redesayunamos en la estación. En Alicante hacía un tiempo buenísimo y
nosotros íbamos preparados con nuestra ropa Northface para hacer frente a las
temperaturas islandesas por lo que en Alicante lo pasamos fatal.
Tras tomar un cafetito, cogimos un taxi por 7€ y nos llevó al
aeropuerto de Alicante. Éste es chiquitín, así que fue rápido localizar la
puerta de embarque. Llegamos sin tiempo de sobra, por lo que embarcamos muy
rápido y nos pusimos rumbo a Islandia.
Fue curioso que en todo el avión (capacidad, no sé quizás 150
personas) sólo se veían cabezas rubias a
excepción de nosotros dos, que llamábamos mucho la atención por ser los únicos
morenos.
El avión comodísimo, el vuelo mucho más (son aproximadamente 5 horas y
media de vuelo). Vimos una peli, comimos en el avión, y en nada ya estábamos
aterrizando en Islandia. Desde arriba, todo se veía nublado, hielo y más hielo,
nieve por todas partes. Madre mía la aventura que nos esperaba por delante.
Al aterrizar estaba medio lloviendo medio nevando y un frío polar al
que no estamos acostumbrados. La cosa prometía.
Desembarcamos y al salir del aeropuerto nos estaba esperando una
pareja de islandeses que eran los encargados de Car Rental allí. Encantadores, nos
llevaron en su coche atravesando un paisaje totalmente volcánico hasta su
chiringuito.
Allí nos dieron un Subaru Forester, un coche más que suficiente para
conducir por tierras islandesas.
Recogido el coche, comenzamos a conducir hasta la capital. Por el
camino, no había nada, sólo lava solidificada y tierras volcánicas. Seguía
nevando y tras un buen rato (45 minutos) llegamos a la ciudad. Los tejados
estaban nevaditos y hacía un frío fuera de aúpa.
Conseguimos, tras perdernos en varias ocasiones por la ciudad, llegar
hasta el hotel que habíamos reservado. Por el camino no había vida en la calle,
así que era imposible preguntar. Además su idioma es muy complicado y el inglés
con su acento más aún.
Al llegar hicimos el check in y lo primero que preguntamos es por la
Aurora Boreal.
Mal respondieron, llevamos unos días que hace mal tiempo y es imposible verla. Hay que coger un día despejado pero quizás cuando os vayáis alejando de la capital haga algo mejor de tiempo y podáis disfrutar del espectáculo que ofrece. Vaya hombre, confiemos en que mejore el tiempo entonces.
Mal respondieron, llevamos unos días que hace mal tiempo y es imposible verla. Hay que coger un día despejado pero quizás cuando os vayáis alejando de la capital haga algo mejor de tiempo y podáis disfrutar del espectáculo que ofrece. Vaya hombre, confiemos en que mejore el tiempo entonces.
Dejamos las mochilas y con ello llegó nuestro primer contacto con el
agua al darnos nuestra primera ducha. Que olor a pedo podrido suelta el agua.
En general huele así por todo el país pero principalmente cuando abres el agua
del grifo o estás en tierras como la zona de Hvervir.
Lo cierto es que huele a bomba fétida mientras te duchas pero el agua
te deja una piel suave suave suave.
Tras la ducha salimos a cenar. No había nada por la calle y vimos un
restaurante abierto tipo americano que servían desde platos de pescado hasta
hamburguesas.
Perfecto, nos quedamos, pedimos pescado y pollo para cenar. Estaba
todo muy rico. Llega nuestra primera cerveza Islandesa (la Viking). Buenísima.
Y nos la sirven en dos vasos de pinta en las que estaba dibujado un oso polar y
en el mismo ponía polar bear.
Please, can we buy this
glass please?. Nosotros coleccionamos vasos de pinta, y vamos o
comprando o pidiendo que nos las regalen allá por todos los países que
visitamos. En esta ocasión, la camarera nos dijo que no estaban en venta, pero
que por la mañana podíamos comprarlos en una tienda que había justo en frente
del restaurante.
Perfecto, madrugamos, desayunamos, los compramos y nos ponemos rumbo
al Golden Circle.
Tras cenar nos fuimos a dormir, el día había sido larguísimo.
Buenas noches Islandia. Que frío y que olor.
Día 1. Reykiavik-Vik
Jueves 5 de abril de 2012.
Nos levantamos muy temprano, bajamos a desayunar. En el hotel no había
nadie más alojado por lo que el desayuno buffet lo habían preparado sólo para
nosotros. El día seguía muy oscuro, muy nublado y con pinta de nevar. Era sólo
nuestro primer día por lo que aún había esperanza de que abriera un poco y ver
el fenómeno de la aurora boreal.
Tras desayunar, hicimos el check in y nos fuimos a buscar la tienda
donde comprar los vasos de Polar Bear. O nos perdimos, o la tienda no existía
por lo que nos fuimos sin comprar los vasos. Ya veríamos más adelante si habría
suerte de comprarlos en otro sitio.
Cogimos nuestro coche y nos pusimos rumbo al Golden Circle. Hacía un
frío tremendo pero íbamos muy bien preparados de ropa.
Þingvellir fue declarado Parque Nacional en 1928 debido a su
importancia histórica, así como por su especiales características tectónicas y
volcánicas.
Tras un rato conduciendo (23 km y unos 45 minutos) por más paisajes volcánicos llegamos a la primera parada.
La deriva
continental se observa claramente en este lugar, visible en las fallas que
atraviesan la región. La más grande de todas ellas, Almannagjá, forma un cañón
de considerables proporciones. Esta es la causa de los habituales terremotos
que se perciben en esta zona.
Tras pasear por cuidado por allí cogimos el coche y seguimos la ruta por
el Parque Nacional.
En la siguiente parada se podía observar una de las fracturas de la
tierra que está llena de agua clara. Su nombre, Nikulásargjá se la conoce como Peningagjá (cañón de los peniques),
ya que su fondo está repleto de monedas. La leyenda dice, como en tantas otras
fuentes y ríos en el mundo, que al lanzar una moneda y pedir un deseo, si se ve
la moneda al tocar el fondo, el deseo se hará realidad.
Así que así hicimos, lanzar una moneda y esperar que se cumpla nuestro
deseo.
Hay una zona por donde puedes pasear y observar las fracturas, los
paisajes volcánicos tan increíbles, las casas típicas y las enormes cascadas.
Allí se encuentra el famoso Geysir de Islandia, el que ha dado el nombre común de géiser a estas fuentes termales. Desde 2006, el Geysir está acordonado por posibles erupciones colindantes. Otro famoso géiser que se encuentra a 25 m, el Strokkur, se puede ver expulsando chorros de agua caliente cada 14 minutos. En el parque de Haukadalur se encuentran un total de seis géiseres.
Allí en Geysir no tengo palabras, es un espectáculo increíble ver como
un chorro de agua cada 2 minutos erupciona del suelo y crea una fuente enorme y
altísima que al volver a caer te empapa. Es divertidísimo. La verdad es que la
zona es alucinante y totalmente recomendable.
Es una catarata situada en el cañón
del río Hvítá en el sureste de Islandia y una de
las atracciones más populares del país. Se encuentra en el amplio cauce del río
Hvítá, que fluye hacia el sur y a un kilómetro
de la cascada gira bruscamente hacia el este cayendo en tres escalones
curvados. En ese momento se cae en dos saltos (11 y 21 m) en una grieta de 32 m
de profundidad. Esta grieta mide unos 20 m de anchura y 2.5 km de longitud. El
caudal medio en esta catarata es de 140 m³ por segundo en verano y 80 m³/s en
invierno. El máximo flujo de agua medido es de 2000 m³/s.
Según te acercas a la cascada, la
grieta queda oculta de la vista, dando la sensación de que el poderoso río
simplemente desaparece dentro de la tierra.
Comenzó a llover y hacía un frío que
no se puede describir, vamos que daban ganas de meterse en geyser a 100º (ummm
que agustito).
Tras la caminata por semejante
belleza de la Naturaleza proseguimos nuestro camino dirección Skogar: (144km/1h45m).
Como nos llevamos comida de Madrid, paramos un rato a hacernos un sándwich y comérnoslo en el coche.
Nos alejamos de la Ring Road y nos encontramos, para nuestra sorpresa con este lugar:
Como nos llevamos comida de Madrid, paramos un rato a hacernos un sándwich y comérnoslo en el coche.
Nos alejamos de la Ring Road y nos encontramos, para nuestra sorpresa con este lugar:
Después de comer, seguimos con la ruta establecida, aunque tuvimos un percance (vamos que nos
perdimos por tierras volcánicas jejeje). Nuestro GPS se volvió tureleta y nos
llevó por donde teníamos prohibido conducir (ya que el seguro no lo cubría). En
dos horas que estuvimos conduciendo no vimos ni un solo coche, no había señalizaciones
y lo único que encontrabas era lava y más lava. Lo cierto es que hubo un rato
de tensión ya que no había cobertura, conducíamos por mitad de Islandia y no
había forma de ver la salida. Encima llovía.
Por fin dimos con la Ring Road (única carretera para dar la vuelta a la isla).
Por fin dimos con la Ring Road (única carretera para dar la vuelta a la isla).
Conseguimos encontrar nuestro siguiente objetivo: La
Cascada de Skógafoss: es una cascada situada al sur de Islandia en los
acantilados del anterior litoral. El litoral ha retrocedido hacia el mar (hoy
está a una distancia de alrededor de 5 km desde Skógar), los anteriores acantilados
marinos permanecieron, paralelos a la costa a lo largo de cientos de
kilómetros, creando junto con algunas montañas una frontera clara entre las
tierras bajas costeras y las Tierras altas de Islandia.
Skógafoss es una de las cascadas más grande del
país con una anchura de 25 metros y una caída de 60 metros. Debido a la
cantidad de espuma que produce constantemente la cascada, un arco iris simple o
doble es normalmente visible en los días soleados. Según la leyenda, el primer
colono vikingo en la zona, Þrasi Þórólfsson, enterró un tesoro en una caverna
detrás de la cascada. Un chico local encontró el cofre años después, pero era
sólo capaz de agarrar la arandela en el lado del cofre antes de que
desapareciera después.
Tras mil fotos, disfrutar de aquella cascada
(estábamos completamente solos, era una pasada). Ese espectáculo para nosotros
dos solitos, nos dirigimos hasta nuestro siguiente destino: Sólheimajökull
(11km/19 min). Es una de las lengua de glaciar enorme.
Para nuestra desgracia y como habíamos perdido dos
horas perdidos en Islandia al intentar alcanzar la lengua comenzó a hacerse de
noche. La carretera estaba muy complicada para subir y tuvimos que dar la
vuelta. Por la mañana intentaríamos volver.
Regresamos a la carretera principal con destino
Vik. Allí nos alojaríamos.
El hotel es fantástico en un entorno natural digno
de postal. Dejamos el coche, hicimos el check in y preguntamos por algún sitio
donde cenar. Nos ofrecieron en el hotel, pero los precios eran desorbitados.
Cogimos de nuevo el coche y nos fuimos a Vik. No había nada, todo ya estaba
cerrado y nos quedamos sin cenar.
Regresamos al hotel, nos tomamos dos cervecitas y
volvimos a la habitación. Nos propusimos hacer guardias por si la aurora
decidía brindarnos su belleza pero por desgracia, estábamos tan cansados y
muertos de hambre que los dos nos quedamos dormidos.
Día 2. Vik-Höfn
Viernes 6 de abril de 2012.
Desayunamos y decidimos no ir a la lengua del
Glaciar, ya que sabíamos que más adelante habría muchas más y podríamos
disfrutar de ellas así que nos dirigimos a Dyrhólaey (22km/24 min). Es un capricho natural de Islandia
digno de las mejores postales viajeras.
Es uno de esas maravillas de la
naturaleza que hacen de este paisaje un lugar único y muy fotogénico. Además,
Dyrhólaey es un lugar que no está demasiado frecuentado por turistas. Está situado en el sur de Islandia, muy cerca
de las playas de Vík y los Reynisdrangur. Desde allí se ven los “trolls
de piedra”. Lo que hace tan especial a Dyrhólaey es una formación rocosa, de unos 120 metros de longitud, y que tiene un
curioso arco bajo creado por la erosión marina de forma natural.
Se puede pasear por esta formación rocosa y desde
allí hay unas vistas increíbles de un faro, las playas de arena negra y los
acantilados. Desde Dyrhólaey también se
puede contemplar Vík y sus célebres Reynisdrangur.
Tras esto nos dimos unos enormes paseos por sus
playas de arena volcánica y nos acercamos a Reynisdrangur: Grupo de pináculos marinos que se alzan desde el
océano en el extremo oeste de la playa de arena negra. Los acantilados cercanos
son buenos para avistar frailecillos. Nosotros no tuvimos suerte (como
siempre), pero hay muchos.
Tras
ver los trolls (o como dice la leyenda, piratas que fueron a buscar un tesoro y
al tratar de huir quedaron petrificados en el mar). Yo me quedo con que son
trolls.
1. Visitar la catarata Svartifoss: Una catarata que comienza desde el parking y hay una hora escasa
en moderada subida, y algo menos de camino de vuelta. El sendero está bien
señalizado. Se la conoce como la catarata negra, debido a que está formada por
basalto, una roca volcánica que al enfriarse forma figuras hexagonales. La
catarata tiene la forma de un órgano esculpido por la mano del hombre, es
increíble que sea el resultado de la obra de la naturaleza.
2. Visitar lengua glaciar Skaftafellsjökull, una
de la muchas del gigante Vatnajökull. Desde el parking hay una hora y media
entre ida y vuelta por un sendero llano apto para todos, hasta el primer
mirador, desde donde se puede contemplar la inmensa masa de hielo a unos poco
metros.
Optamos por la opción 2
ya que habíamos visto cataratas el día anterior y teníamos pendiente ver un glaciar.
Nos subimos al coche y de camino al glaciar, conocimos a los famosos caballos islandeses:
De camino a él puedes desde la carretera observar su inmenso hielo. Prometo que es una maravilla de la naturaleza increíble (supongo que en países como Argentina, Groenlandia serás sublimes) pero por desgracia aún nos los conozco, entonces a nosotros nos resultó alucinante. El glaciar es kilométrico, y por la carretera de arena volcánica y observando ese bellezón hace que Islandia se convierta en uno de los países más hermosos que hemos visitado (en cuanto a paisaje), sin desmerecer en ningún momento Noruega.
Nos paramos a mitad de camino a comernos un sándwich y
contemplar el glaciar. Estábamos embobados. Tras el descanso llegamos hasta el
parking. No había nadie allí, sólo un chico español que trabajaba haciendo
prácticas. Nos indicó el recorrido que había que hacer. Nos pusimos manos a la
obra. Son 45 minutos aprox. Por un terreno llano. Estábamos completamente
solos. Al llegar puedes ver a escasos metros su enorme lengua, con ese color
azul que te deja petrificado en el sitio junto a una llanura volcánica.
Regresamos por el mismo camino, cogimos nuestro coche y pusimos
rumbo a lo que para mi podría ser otra maravilla natural del mundo: Jökulsárlón: (54km/37min) Una multitud de icebergs
espectaculares van a la deriva en la laguna de Jökulsárlón. Probablemente el
lugar del mundo en el que es más sencillo para acceder a un iceberg. Desde su
orilla es habitual poder avistar focas y aves marinas, especialmente charranes
árticos y skuas,
grandes gaviotas que anidan en el suelo en los alrededores del lago y que
ocasionalmente pueden ser agresivas.
Jökulsárlón está separado del mar por una corta distancia, por lo
que la acción combinada del glaciar, el río que vacía el lago (de sólo 1.5 km
de recorrido) y el océano podrían llegar a transformarlo en un entrante de mar.
Existen planes para evitar esta situación, ya que la única carretera de la zona
atraviesa el estrecho istmo.
Al dejar el coche y acercarnos hasta sus icebergs (que
coges entre sus manos (mejor dicho brazos porque son enormes) nos quedamos
petrificados, boquiabiertos. Es una preciosidad. Mi marido tan rico como
siempre me dice: peque si tenemos suerte he leído que a veces los osos polares
se suben a los Icebergs y llegan desde Groenlandia hasta Islandia viajando en
ellos. Ohhhhhhh, no me digas eso que ya estoy nerviosisisisisima. Mirando a
todos y cada uno de los iceberg pero allí no había ningún osito.
Tras dar una
vuelta por los alrededores subiendo y bajando de los iceberg, cogiéndolos en
brazos y haciendo como niños adolescentes travesuras mil y por supuesto
haciendo cientos de miles de millones de fotos, nos fuimos a tomar una sopita
calentita (allí mismo había un restaurante chiquitín, cerca del parking). Hacía
un frío exagerado, ni con la equipación que llevábamos se podía soportar con
guantes, gorro, braga, anorak, pantalones de nieve y botas de montaña.
Entramos
en calor y mientras nos lo tomábamos me dice mi marido: Peque que también hay
foquitas aquí. Y le digo: si claro como osos que no he visto ninguno. Al salir
del restaurante y acercarnos de nuevo a la laguna aparecen frente a nosotros
tres foquitas simpátiquísimas. Que alegría más grande, aún con el frío que
hacía nos quedamos largo rato viendo sus travesuras.
Ya congelados nos metimos corriendo en el
coche para derretirnos (con la calefacción a tope) y nos pusimos rumbo Höfn (allí nos alojaríamos) (81km/56 min).
Al llegar a la entrada del pueblo no vimos
los carteles de velocidad y entramos a todo trapo soltando una ráfaga de luz
(peazo de foto que nos sacaron) y que nos cegó. Rezaríamos el resto de días
porque no nos llegara nunca la multa.
Al llegar hicimos el check in (habitaciones
prefabricadas) pero muy calentitas y muy cómodas. Salimos a dar una vuelta por
el pueblo (en el cúal no había absolutamente nada) y acabamos cenando en el
único sitio abierto: 2 Pizzas y 2 Cervezas. Una vez más estaríamos solos en el
restaurante (como en todos los sitios de Islandia en los que estuvimos). Tras
eso, de vuelta al hotel y a dormir. Esa noche apunto estuvimos de ver una
aurora, el cielo abrió un poco, y se veían unos colores en el cielo que jamás
antes habíamos visto. Con mala suerte, fue un claro muy rápido y de nuevo se
nubló. Ufff estábamos muy cerca (que conste que esa noche fue especial el
cielo).
Buenas noches.
Día 3. Höfn-Egilsstadir (247km/3h)
Sábado 7 de abril de 2012.
Nos despertamos temprano y fuimos a
desayunar. Había que coger el coche e ir a una casa particular porque dentro de
las casas prefabricadas no había zona de desayuno.
Atravesamos el pueblo hasta llegar a la otra vivienda. La puerta la tenía principal la tenía abierta y a través del salón accedías a la cocina. Allí nos servimos unas tostadas y
unos cafelitos calentitos con leche.
Regresamos a la habitación y mientras mi
marido recogía las cosas fui a echar gasolina. Después de repostar, entré en la
gasolinera a comprar provisiones y los lugareños me preguntaron que de donde
era si estaba disfrutando de su país. Claro, me vine arribe les dije que
estábamos flipados con su país y se me fue la olla y me fui sin pagar. Al rato
veo a una chica corriendo detrás de mi diciéndome que con tanta charla me había
ido sin pagar (todo esto en islanenglish). Que vergüenza!! Había sido sin
querer. Regresé y pagué. Todos se partían de risa. Son muy buena gente.
Después de desayunar nos pusimos rumbo a
Egilsstadir.
Este día sería prácticamente de viaje por
carretera. El viaje en carretera es espectacular, conduces bordeando los fiordos de la costa oriental de Islandia. El trayecto es lento porque
la carretera serpentea junto al mar por la escarpada costa, pero el paisaje es
espectacular y se atraviesan pintorescos pueblos de pescadores.
De camino nos topamos con unos renos.
El camino se hizo mucho más lento de lo que imaginamos. Las carreteras estaban muy nevadas y serpenteaban de lado a lado. No habíamos cogido cadenas y la cosa se complicaba en las subidas.
Tras varias horas, llegamos a Egilsstadir.
Una vez allí, vimos un supermercado
BONUS Supermarket (Supermercados por todo Islandia, totalmente recomendables).
Hicimos una pequeña compra de aprovisionamiento para cenar esta noche en la
Guesthouse y algo de desayuno (ya que no teníamos contratado nada) y tratar de
estar despiertos para un posible avistamiento de Aurora.
Al llegar un tipo curioso nos recibió. El
hotel eran como casitas pequeñas prefabricadas (muchos hoteles en Islandia una
junto a otra con nevera, microondas y dos camas confortables y calentitas.
Ubicada en una zona alta donde quizás podríamos ver una Aurora. Le preguntamos
al lugareño por la Aurora, nos dijo que estaba haciendo muy mal tiempo, y que
era prácticamente imposible. Jooooooo aún así trataríamos de salir al
porchecito de vez en cuando por si hubiera suerte.
Nos tomamos unas cervecitas islandesas y
nos preparamos una cena rica que habíamos comprado en Bonus.
Nos lo pasamos de miedo ese día, relajados
y felices. Estábamos disfrutando tanto de ese viaje!!!!. Y por último nos
comprometimos una vez más a estar despiertos esa noche. Jajajajaja no duramos
ni 1 hora, estábamos reventados con tantas emociones en un mismo día. Además
hacía un frío insoportable y estaba todo nublado el cielo.
Buenas noches.
Día 4. Egilsstadir-Myvatan) 175km/2h
Domingo 8 de abril de 2012.
Esa mañana, me despertó mi marido con el desayuno hecho.
Un rico cafetito con leche y unos muffin
que habíamos comprado en Bonus. Me supo a gloria el desayuno. Estábamos
disfrutando tanto de Islandia que pedíamos por favor que no tuviéramos que
volver nunca más a Madrid. Al salir de la habitacioncita prefabricada seguía el
mal tiempo, a este paso ni vemos auroras, ni ballenas, ni frailecillos ni na de
na. Joooo.
Este día era uno de los mejores. Lo primero que haríamos
sería dirigirnos a Dettifoss: una de las más impresionantes de Islandia y la más
caudalosa de Europa.
El GPS en un principio nos dirigió bien pero al llegar como
hacía tan mal tiempo nos encontramos con esto.
Menudo bajón nos
entró en ese momento. Nos quedamos petrificados. Durante un rato pensamos en
quitar la cadena y acceder pero nos daba miedo que hubiera demasiado nieve, la
carretera cortada y no pudiéramos salir de allí, así que tristes y cabizbajos
nos subimos de nuevo al coche. De pronto recuerdo haber leído en Loney Planet
que había otro camino de acceso algo más largo pero que podríamos intentar.
Condujimos varios kilómetros más y tachannnn no habían cortado la carretera.
Volantazo a la derecha, y ala a conducir hasta el parking de Detiffos. Uff nos
extrañaba que no hubiera ningún coche por la carretera. De pronto y de camino
bloques enormes de hielo, de nieve, prácticamente imposible circular por allí.
Ahora entendíamos por qué la carretera esta cortada. Aún así y como somos muy
brutos y por nuestras santas narices teníamos que ver la catarata esquivamos
bloques de hielo, atravesamos nieve y a 1km hora conseguimos llegar derrapando
hasta el parking. Allí no había nada ni nadie jejejeje.
Por el camino avisaban pero nosotros no teníamos.
Aparcamos donde
quisimos y comenzó nuestra caminata complicadísima hasta la catarata.
El camino lo
hicimos a paso de tortuga y con 20.000 sentidos puestos, ya que nevaba
muchísimo y pisábamos lagos helados sin conocer la profundidad y la nieve nos
llegaba hasta las rodillas. Pero lo logramos!!!!!!!!!!!. Y mereció mucho
muchísimo la pena.
De vuelta al
parking como niños pequeños nos retozamos por la nieve, nos lanzábamos, nos
tirábamos bolas de nieve. Nos lo pasamos mejor que la primer vez que vimos
nieve allá cuando éramos unos niños bien pequeños.
Satisfechos y con
una nueva aventura que recordar llegamos al parking, con nieve hasta entre los
dientes.
Cogimos el coche de nuevo, carretera a kilómetro hora de
vuelta y llegamos a la principal (La Ring Road). Nuestro siguiente objetivo Krafla (68km/51 min). Una enorme estación
geotérmica aprovecha
este calor del subsuelo para producir electricidad. En Krafla hay montones de
rutas para caminar y muchas cosas interesantes que ver como el cráter del
volcán StoraViti, que esconde una pequeña laguna en su interior. Pero la gran
atracción es pasear por el cráter del volcán Leirhnjukur, todavía en activo
como así te lo recuerdan montones de carteles alertándote de que el paseo es
bajo tu propia responsabilidad.
Nosotros lo primero
que fuimos a visitar fue el cráter del volcán Stora Viti: Otra maravilla natural del mundo. Para llegar hasta
allí hay que desviarse unos 7 km desde la Ring Road. Una vez allí puedes
disfrutar y alquilar motos de nieve, usar crampones para andar por las lenguas
de los glaciares, pero nosotros no queríamos perder tiempo. Lo nuestro es
caminar y adentrarnos escalando el volcán.
Una vez más nos lo
pasamos como chiquillos escalando el volcán. Estaba complícadísimo y se nos
hundían los pies. La verdad es que nos la jugamos porque además de que estaba
nevando podíamos haber resbalado. Ya te avisan por todo Islandia que todo lo
que hagas es bajo tu responsabilidad.
Nos dio igual, lo
pasamos de miedo y el escenario era una vez más de postal.
Dejamos el volcán y
nos pusimos rumbo a Hverir. De camino paramos en una cuneta y nos tomamos un
zumo de naranja y un sándwich madrileño, rodeados de un olor a bomba fétida que
ya hasta empezaba a olerte a eau de rochas (lo interiorizas todo, o eso
creíamos).
De camino entre
Stora viti y Hverir ya se apreciaba por la carretera la cantidad de campos de
lava, fumarolas y calderas donde hierve constantemente el agua sulfurosa. Y
claro esto con su olor a pedo cada vez más potente y ya característico.
Dejamos el coche en el parking de la entrada y aseguro que el azufre que desprenden huele fatal, pero es recomendable dedicar un tiempo a seguir los senderos para deleitarse viendo el agua hirviendo o las columnas de humo emergiendo desde las entrañas del planeta. Es una pasada!
Los
diferentes colores que se aprecian en la tierra son una belleza.
Es bastante
peligro y hay que andarse con cuidado y mucho ojo, y no salirse jamás del
caminito. No está muy bien guiado por lo que hay que mirar continuamente por
donde se pisa. Tras recorrer todos los senderos con la boca y nariz tapados
porque resultaba insoportable regresamos al parking. Al subirme al coche el
azufre del suelo había carcomido el color de mis botas Bestard (y eran
preciosas).
Se nos hicieron casi las 6 de la tarde y corre que te corre llegamos a una pequeña aldea con una gasolinera-supermercado (7km-5min). Queríamos echar gasolina pero sobretodo comprar algo de cena. Ya estaban cerrando y no pudimos comprar nada, así que repostamos y nos dirigimos directamente al hotel que habíamos reservado. Éste se encuentra a las afueras de Reykjahlid que es el es el pueblo principal del lago, aunque no deja de ser una pequeña aldea con la gasolinera-supermercado. Suele ser el punto de partida para comenzar a recorrer el lago, que tiene 30 km de perímetro. Hay muchos sitios de interés para detenerse a contemplar el lago o hacer caminatas por la zona. Nosotros estábamos reventados así que hicimos el check in y nos fuimos a descansar un rato a la habitación. Esta era una casita de madera prefabricada monísima y calentita donde estaríamos tan agusto. Para ir a desayunar puedes ir caminando o coger el coche. Con el frío que hacía y como no había nada más que otra pareja alojados optamos por coger el coche.
Se nos hicieron casi las 6 de la tarde y corre que te corre llegamos a una pequeña aldea con una gasolinera-supermercado (7km-5min). Queríamos echar gasolina pero sobretodo comprar algo de cena. Ya estaban cerrando y no pudimos comprar nada, así que repostamos y nos dirigimos directamente al hotel que habíamos reservado. Éste se encuentra a las afueras de Reykjahlid que es el es el pueblo principal del lago, aunque no deja de ser una pequeña aldea con la gasolinera-supermercado. Suele ser el punto de partida para comenzar a recorrer el lago, que tiene 30 km de perímetro. Hay muchos sitios de interés para detenerse a contemplar el lago o hacer caminatas por la zona. Nosotros estábamos reventados así que hicimos el check in y nos fuimos a descansar un rato a la habitación. Esta era una casita de madera prefabricada monísima y calentita donde estaríamos tan agusto. Para ir a desayunar puedes ir caminando o coger el coche. Con el frío que hacía y como no había nada más que otra pareja alojados optamos por coger el coche.
Descansamos,
duchita calentita y nos acercamos al hotel (que es una granja llena de vacas) y
nos tomamos una cervecita islandesa riquísima y cenamos allí mismo. Una ensalada
y unas meat balls. Rico pero muy escaso y sobretodo muy muy caro. Eso sí,
negociamos y nos hicimos con un vaso de pinta de Viking (monísimo para nuestra
colección). Después de cenar, regresamos a la habitación. Esa noche ni una
mínima esperanza de aurora, estaba nevando y el cielo más gris que nunca. Ya
estábamos muy al norte de Islandia.
Buenas
noches y gracias por otro día tan estupendo.
Día 5. Myvatan- Skagafjödur 183km/2h 15
MIN
Lunes 9 de abril de 2012.
Oigo gritos
de mi marido y me despierta. Que pasa cariño?? Que nos hemos quedado
encerrados, había caído una nevada espectacular esa noche y no se podía ni
abrir la puerta, estábamos atrapados. Cubría una altura más que considerable.
Conseguimos
escapar de la habitación como pudimos y el paisaje era todo blanco.
La foto
está tomada antes de irnos a dormir. Por la mañana era imposible salir de allí.
A duras
penas salimos, y fuimos a desayunar. Pero que ha pasado esta noche
preguntamos?? Pues que aquí nieva mucho. Y se puede conducir?? Uff nos dice, es
preferible que os quedéis, los quitanieves aún no han salido a limpiar las
carreteras y lo vais a tener muy complicado. Lleváis cadenas?? No, ¿tenéis un
todoterreno? Sí, creemos que es 4x4. Y nos dice, bueno con cuidado y si el coche es
bueno conseguiréis llegar a vuestro destino, el cual era Husavik, uno de los
pueblos más al norte de Islandia. Destino totalmente al norte de Islandia donde
nuestro objetivo era ver ballenas en un barco pesquero.
Desayunamos
(todo productos naturales) absolutamente deliciosos y con mucho cuidado
tratamos de salir de allí.
Conduciendo,
tratando de no derrapar y con todos los sentidos puestos logramos salir del
parking del hotelito.
Llegamos a
la carretera principal y aquello era todo blanco. Encima con la claridad no se
veía ni con gafas de sol. El quitanieves había pasado por allí pero de malas
maneras por lo que había zonas imposible de circularlas. Poco a poco sorteamos
los obstáculos, la nieve, el hielo y tras más de 1 hora y media logramos llegar
a Husavik.
No dejaba
de nevar y el puerto tenía una pinta de cerrado… no partiría ningún barco, el
día estaba horrible. Nos metimos en el único lugar abierto. Una gasolinera a
tomar un cafetito. Allí preguntamos sin algún barco navegaría para ver ballenas
pero nos dijeron que probablemente no. Había un temporal de nieve y sería
imposible, pero que aún así nos acercáramos por si acaso. Nos tomamos el café y
la verdad es que no había ni turismo, así que nos dirigimos al muelle, y allí
no había nadie. Esperamos largo rato, pero nadie apareció. Estaba todo cerrado
y ya eran algo más de las 12.00 por lo que sería imposible ir a ningún lado.
Este día
fue prácticamente carretera hasta que dimos con un pueblo muy bonito (que no
recuerdo el nombre) y allí paramos a visitarlo y a comer. Antes de eso, parada
en Bonus para comprar unas cervecitas y unas provisiones que siempre vienen
bien por lo que pueda pasar. Visitamos el pueblo, tiendecitas y comimos en un
sitio muy chulo que tampoco recuerdo el nombre (carísimo eso sí, pero como todo
en Islandia). Compramos un pin y algún recuerdo más. Tras el paseíto y con la
panza llena subimos al coche y seguimos dirección Skagafjörður. Llegamos por la tarde.
El paisaje era una hermosura pero allí
no había nada más interesante que ver o hacer que un hotel. Menos mal que
habíamos comprado provisiones antes y disfrutaríamos desde la ventana del hotel
de unas cervezas y una cena rica recordando nuestra maravillosa estancia en
Islandia. De repente me pregunto: Cariño, si mañana hacemos la locura de
despertarnos a las 5.00am, desayunar y conducir las 4 horas que tenemos hasta
la capital para tratar de ver ballenas???. Y me dice, ufff un poco locura pero
no tenemos nada que perder. Así que avisamos en el hotel (en el cual nuevamente
no había ningún inquilino más) y le pedimos que nos prepare el desayuno a las
5:15. La señora muy amable acepta. Esa noche nos deja encerrados en el hotel,
jejeje, si hubiéramos querido salir no hubiéramos podido, estábamos solos en
todo un hotel para nosotros solos.
Duchita,
cervecita, cenita y a tratar de ver la aurora. Ese era un buen día, por fin el
cielo andaba un poco más despejado. Pasamos mucho tiempo despiertos pero no
hubo suerte. Recorriendo todos los ventanales del hotel desde diferentes
ángulos pero nada, allí no brillaban ni las estrellas. Joooo, no ha habido
forma. Bueno nos conformaríamos con conseguir ver las ballenas.
Buenas
noches Islandia.
Día 6. Skagafjödur-
Reikiavik 304km/4h 05 MIN
Martes 10 de abril de 2012.
A las 5.00
sonó el despertador, aún estábamos sobados pero al recordar donde estábamos y
el objetivo que teníamos para ese día: ver ballenas, nos hizo levantarnos con
una vitalidad sobrenatural de la cama. A los 10 minutos bajamos a desayunar y
aquella amable señora nos había preparado un desayuno exquisito. La pobre con
las legañas aún en los ojos pero con una media sonrisa nos ofrece zumo, café,
bollos, tostadas, mermelada, fruta, cereales. Había de todo y encima había que
coger fuerzas porque ya hasta la noche no comeríamos nada más (o eso creíamos).
Desayunamos y en un 45 minutos ya estábamos subidos al coche rumbo Reikiavik
para ver ballenas, que nervios más grandes.
Mi idea era no parar en todo el camino, mi ansia podía más
que cualquier cosa pero como es lógico y normal la naturaleza sigue su curso y
había que hacer nuestras necesidades. En una de las paradas nos tomamos con
esta zona. Muy curiosa donde puedes parar a tomar algo y contemplar el paisaje
volcánico. Al salir del coche hacía un viento que no sabría ni calcular a
cuantos kilómetros hora soplaba. No podíamos apenas caminar y nos teníamos que
sujetar el uno al otro y además a alguna piedra. Fueron unos risas. Al subir al coche no podíamos ni
abrir la puerta, el viento podía más y nos la cerraba jejejeje.
Por fin objetivo
logrado, subidos al coche y moviéndose como una coctelera arrancamos y seguimos
por la ring road corre que te corre para llegar pronto a Reikiavick. Si querías
coger un barco para ver ballenas sólo se podía hacer por la mañana, así que teníamos
que ir por encima de la velocidad permitida (y ya nos habían puesto una multa).
Tras más de 4 horas llegamos a Reikiavick. Nos dirigimos
directamente al embarcadero, allí buscamos la compañía North Sailing
(recomendada) y compramos dos tickets. Lo habíamos logrado, que ilusión.
Por
suerte ese día hacía un sol maravilloso, pero no nos engañemos porque el frío
seguía siendo terrible.
Nos sobraba tiempo así que nos dimos una vuelta por el muelle y nos fuimos a una cafetería a desayunar (otra vez). Dos porciones de tarta y dos cafelitos con leche muy muy calentitos.
Llegó la hora y embarcamos.
Al subir te dan un traje para que puedas estar en cubierta y observar delfines y ballenas, si no, no hay ser humano que soporte esas temperaturas.
Nos pusimos los trajes y salimos a cubierta. Tras 30 minutos de navegación apareció el primer delfín. Que monoo. No nos dio tiempo a fotografiarlo, al igual que las ballenas, que con lo que nos había costado verlas preferimos verlas en vivo a tirar muchas fotos. Aún así, tenemos estos recuerdos.
En alta mar estuvimos más de 45 minutos observándolas. Son majestuosas, espectaculares, bellísimas, muy cotillas y silenciosas excepto cuando echan el agua para respirar. Son una belleza marina digna de merecer esa inmensidad como es el mar.
Regresamos satisfechos y felices al puerto. Que hambre nos habían dado tantas emociones así que junto al puerto había un puestecillo que vendían perritos calientes (habíamos leido que son deliciosos) y dimos fe de ello. Estaban riquísimos. Nos compramos uno cada uno y nos sentamos en un banco de la calle a disfrutar de ellos junto a una coca cola. Estaban de miedo!!!. Ni los perritos calientes americanos sabían así.
Regresamos al parking, cogimos el coche y nos fuimos en busca de nuestro hotel que habíamos reservado cerca del aeropuerto dado que nuestro vuelo salía a las 6.00am. Dimos una vuelta por la capital con el coche y acabamos comprando en un Kfc unas hamburguesas para cenarlas por la noche. Sobre las 20.00 h. Regostamos para dejar el coche con gasolina, Llegamos al hotel, check in, duchita, cena y nos quedamos dormidos sin darnos ni cuenta. Llevábamos horas despiertos, habías conducido a toda velocidad más de 4 horas, habíamos visto ballenas, un poco de la capital y ya no dábamos para más.
A las 4.30am sonó el despertador, bajamos a desayunar al hotel, recogimos las cosas y nos fuimos al aeropuerto. Allí nos costó mucho encontrar la zona reservada para los vehículos de la agencia a la que le habíamos alquilado el coche. Tras no se ni cuantas vueltas, lo aparcamos, con muchísima Peña le dijimos adiós y ya con el tiempo encima, embarcamos.
Otra vez el avión llenos de rubios excepto nosotros jeje, era muy gracioso.
Aterrizamos en Alicante, un vuelo de lo más cómodo y tranquilo, taxi hasta la estación de Tren y de vuelta a Madrid.
Esto no se cuenta, pero volvimos llorando todo el viaje de vuelta en tren hasta Madrid. Queríamos quedarnos en Islandia para siempre, sin duda, nos habíamos enamorado de la Tierra más viva y auténtica del mundo.
Al llegar a Madrid, asumimos que hay que seguir trabajando para poder volver allí. Así qué de vuelta a la rutina sin olvidar que esas tierras ocupan un lugar muy especial dentro de nosotros.